El ambiente de pánico que rodeó en Cali y en Bogotá las marchas del 21 de noviembre en contra del “paquetazo de Duque” fue la ocasión para que la xenofobia contra los migrantes venezolanos saliera a la luz.
Aunque el sentimiento se venía gestando desde que inició la migración masiva hace cuatro años, hasta ahora no se había manifestado colectivamente ni había sido tan palpable como el jueves y viernes, cuando las redes sociales se inundaron de mensajes en contra de ellos, acusándolos de ser los causantes de los saqueos y disturbios.
Con la expulsión de 59 venezolanos que, según anuncios de Migración Colombia, reseñados diferentes autoridades como un riesgo para la seguridad del país por presuntamente participar en actos vandálicos, es probable que el sentimiento de rechazo por los migrantes siga creciendo.
También se abre la puerta para que la derecha, que hasta ahora había sido la abanderada de la defensa de los venezolanos por considerarlos víctimas del régimen de Nicolás Maduro, dé un viraje para maniobrar con la crisis política que ya completa seis días y que, tras la lamentable muerte de Dilan Cruz, toma más aire.
Todo cuando el escenario está dado para que la migración venezolana siga en aumento y en el país aún no es claro cómo atenderla.
El 21N, el detonante
El jueves y el viernes en la noche las oleadas de pánico en Cali y Bogotá tuvieron como gasolina información que circuló por redes sociales -mucha de ella falsa- ,y el segundo día, cuando el epicentro era Bogotá, dos hashtags que se convirtieron en tendencia: #venezolanos y #venecos.
No es claro cómo iniciaron, pero sí que en su gran mayoría iban en mensajes de odio contra los migrante justo cuando en la capital creció como espuma la versión de que ellos estaban detrás de los desmanes.
Que eso sucediera, según cinco expertos en migración que consultamos, era previsible por tres razones:
- El fenómeno migratorio ha crecido exponencialmente y en solo cuatro años al menos 1,4 millones de venezolanos han llegado al país con intenciones de quedarse.
- Buena parte han llegado a engrosar los cinturones de miseria de las principales ciudades (según Migración Colombia hay 625 mil en ilegales) y eso ha desatado un fenómeno relacionado con la aporofobia -miedo a las personas pobres-.
- La sensación es que el país está enfocando parte de sus esfuerzos a atenderlos, y en esa medida le están quitando espacios a los colombianos, cuando de por sí la prestación de servicios en el país es precaria.
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