Según el director culinario de Nestlé en Colombia, Jorge Peña Herrera
La cebolla lleva el desarrollo hasta la cordillera andina colombiana

• Reconoce que cuando llegó a Cucaita "vivir del campo era más difícil", algo que ha cambiado hoy en día porque están "más cerca de la gente

En plena cordillera andina colombiana, donde la papa es casi monocultivo, la cebolla ha llegado para transformar el campo y dar una segunda oportunidad a los campesinos que ahora envían su producto más allá de sus fronteras y reciben como retorno nuevas formas de desarrollo.

«Empecé a cultivar cebolla cuando tenía 20 años, en esa época vivía en Tunja y sembraba papa. Entonces toda mi familia se fue para Cucaita a cultivarla y yo me fui con ellos», afirma a Efe Antonio, un campesino que abandonó la capital del departamento de Boyacá para instalarse en el cercano y fértil municipio en el que ha reiniciado su vida.

Reconoce que cuando llegó a Cucaita «vivir del campo era más difícil», algo que ha cambiado hoy en día porque están «más cerca de la gente que compra nuestros productos».

Las calidad de las cebollas que produce junto a sus vecinos ha interesado a capitales extranjeros y por eso la multinacional suiza Nestlé creó «Maggi de la Huerta», una línea de productos a base de ingredientes obtenidos del campo colombiano.

La negociación entre la multinacional y los productores de Cucaita comprende la compra de 240 toneladas de cebolla anuales, lo que equivale a cerca del 10 % de la producción en un año de la hortaliza en esa población.

Para el director culinario de Nestlé en Colombia, Jorge Peña Herrera, es «de vital importancia generar valor compartido tanto para las comunidades, como para los compradores de los alimentos de la empresa».

Con «Maggi de la Huerta» buscan satisfacer necesidades de los consumidores que quieren productos cada vez más naturales.

Un factor que determinó la apuesta de la multinacional fue la estratégica ubicación geográfica de Cucaita, ya que se encuentra a 150 kilómetros de Bogotá y tan solo a 18 kilómetros de Tunja, capital departamental de Boyacá. El departamento más andino de Colombia.

«La idea es ser mejores personas y aportarle comida al país. Una de nuestras metas es que nuestro trabajo sea reconocido. No queremos que nos den, creemos en lo que somos capaces de producir», menciona Antonio que también trabaja en cultivos de papa y maíz para salir adelante.

En cuanto a las transformaciones que ha tenido el campo y la forma en la que se cultiva actualmente Antonio enfatiza: «Cada día estamos mejorando, cultivamos la cebolla cuidando la tierra. Antes no había la conciencia de cuidar el suelo, eso ha cambiado. También tratamos de no desperdiciar el agua».

Para el campesino, ahora se producen hortalizas de mejor calidad, se tiene en cuenta la presentación y limpieza del producto antes de ser entregado a un distribuidor, lo que hace que los estándares de calidad cambien.

«Aquí hay excelentes trabajadores, todos nos estamos esforzando por estar más atentos y producir mejor la cebolla. Hemos aprendido que es mejor la calidad a la cantidad», precisó.

90% DE LOS HABITANTES DE CUCAITA VIVEN DE LOS CULTIVOS

Según cifras del estatal Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en Cucaita viven alrededor de 4.600 personas, de las cuales cerca del 90 % depende de cultivos agrícolas como la papa, el maíz, la remolacha o la cebolla.

Antonio cuenta que ha vivido de las actividades agrícolas durante toda su vida pero mientras recoge la cebolla afirma que lo mejor de vivir en el campo es la tranquilidad y el estilo de vida que define como «calmado» o «relajado».

«Yo no cambiaría la vida del campo, amo vivir aquí. Da mucha libertad y uno no está pensando en que lo van a robar, ni se preocupa por el tráfico, uno no tiene ese afán», añadió.

Con respecto al futuro del mundo agrícola, Antonio ve positivo que los jóvenes se capaciten para que luego regresen a sus tierras y apliquen lo aprendido en los cultivos.

También dice que confía en que los jóvenes campesinos encuentren nuevas motivaciones para quedarse en el campo, aunque piensa que entre menos gente trabaje en el oficio del cultivo, la labor va a ser más valorada.

«Creo que el futuro del campo será mejor de lo que es ahora, porque no va haber tanta gente que trabaje en eso. La producción será menor, entonces van a pagar mejor», concluye.

Con información de EFE

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