«¡Guaracha o qué!»; cae la noche en Bogotá cuando Nicolás y tres amigos comienzan su ritual de fin de semana: se preparan para bailar en el país de la salsa y el vallenato con este nuevo género que ha impulsado los ritmos caribeños azotados al son de la electrónica.
Los habitantes de Bogotá eluden el frío y buscan cualquier excusa para armar una fiesta, brindar y mover sus caderas con aires pegajosos influenciados por géneros derivados de la salsa, la electrónica y el reguetón.
La guaracha, el último grito en la capital, es un ritmo con cambios melódicos rápidos que entrelazan la electrónica convencional y sonidos derivados del son cubano. El vibrante género tiene letras que exclaman frases como: «Todos los días son de fiesta».
«La rumba bogotana es demasiado divertida, me gusta el ambiente y en especial la música electrónica. Hoy estoy celebrando el cumpleaños de una amiga», afirma a Efe Nicolas Mongalia, un joven que disfruta de la noche al ritmo de música electrónica, reguetón y dance.
A más de mil kilómetros de distancia, en Cartagena, capital
no oficial de la fiesta en el caribe colombiano, las calles son testigos de
fiestas animadas por los «picós», parlantes de gran potencia que
hacen tronar las noches en barrios populares donde la gente se mueve al son de
un ritmo pegajoso que se ha extendido por buena parte del país.
Es la champeta, una mezcla de ritmos de origen
africano que invitan a la fiesta cada viernes a cartageneros y turistas al son
de canciones ya legendarias como «La Espelucá» o «La suegra
voladora».
«Los géneros con influencia africana tienen
mucha acogida. De ahí surgen ritmos como la champeta que ha tenido una
evolución desde que llegó a Cartagena. Se ha transformado, pasó de ser criolla
a ser urbana», comenta Natalia Restrepo, bailarina cartagenera de 25 años.
CALI CAPITAL MUNDIAL DE LA SALSA
Cali es la tercera ciudad más importante del
país. Aunque lejos del océano, está considerada también el epicentro de la
región pacífica colombiana y capital mundial de la salsa.
En discotecas y salones de baile de la
«Sucursal del cielo», como también se le denomina, se baila salsa
choque, un género derivado de la tradicional y el reguetón que James Rodríguez
universalizó durante el Mundial de Brasil 2014 al bailarla para festejar cada
uno de sus goles.
Para Laura Aricapa, caleña de 23 años, los
géneros que más le empujan a la sala de baile son la salsa choque y uno algo
más tradicional, la bachata.
Sale a discotecas desde los 18 años y desde
pequeña tiene una gran afinidad con el baile como la inmensa mayoría de sus
vecinos, que parecen nacer con una vértebra más y se jactan frente al resto del
continente de bailar mejor que nadie.
«En Cali el ritmo más importante es la
salsa y la salsa choque, los jóvenes bailamos las canciones tradicionales pero
también la hemos incorporado a los ritmos urbanos», afirma Aricapa.
MEDELLÍN EPICENTRO MUNDIAL MUSICAL
Asimismo, Medellín, segunda ciudad del país, se
ha consolidado como epicentro mundial musical desde el que se expanden las olas
del reguetón.
En la tierra de Maluma y J Balvin, este
movimiento se ha expandido y ha anegado la música de habla hispana y más allá.
La base de géneros como el reguetón o la bachata
es el «dembow», un ritmo musical jamaiquino nacido en los años 80 y
popularizado en la década del 2000.
«Los géneros que bailamos se han
transformado. Antes era importante la letra de las canciones; ahora es todo
sistematizado y eso ha hecho que la música evolucione en cuanto a ritmo, a
bits. Ahora importa más lo comercial. A los jóvenes nos encanta el sonido de la
música urbana en especial géneros como el reguetón o el trap», argumenta
el bailarín William Cabezas.
Ritmos con influencia africana como el
«exótico» en la zona de Urabá, región fronteriza con Panamá e
incendiada por el conflicto armado colombiano, fueron creados a partir de los
sonidos de los tambores africanos que silencian incluso a las balas. Su baile
es una simulación de lo femenino.
Rosa Castro, directora del grupo de danza Son
Candela, explica que el «exótico es un ritmo en el cual se intenta imitar
estéticamente a la mujer», por lo que «cuenta con movimientos en el
caminado y la cintura».
«Desde lo masculino es burla bailada; con
canciones como ‘Se cayeron las cejas’ y ‘Fiesta acústica’ se busca representar
lo femenino y la integración ‘hombre estético’ como forma de conquista»,
explica Castro.
La música que bailan los jóvenes colombianos
representa una cultura diversa, con ritmos caribeños, pacíficos, africanos y
con una fuerte influencia de la música urbana procedente de la República
Dominicana y Puerto Rico.
Con información de EFE