Todo el trabajo que se adelanta para cumplir con las metas señaladas por el presidente (I) Juan Guaidó, debería enmarcarse dentro de una denominación apropiada. Hay varias, pero se me antoja que deberíamos hablar de la “Operación Libertad”. El cese de la usurpación, es decir, la salida definitiva de Maduro Moros de la escena pública, la inmediata constitución de un gobierno de transición que en mi opinión ya debería estar listo y, finalmente, la convocatoria a unas elecciones libres, universales y con participación nacional e internacional, constituyen los elementos básicos para la liberación definitiva del país. Por supuesto que el enunciado teórico no basta.
A cada paso hay que llenarlo de contenido. Especialmente en lo relativo a la transición, tiempo en el cual debe quedar claramente establecido el camino a seguir para la construcción de la democracia que queremos.
Ratifico la convicción que tengo con relación al proceso que debe servir de bandera. Venezuela tiene con qué y con quienes hacerlo. Ideas, planes, programas y gente preparada para impulsarlos exitosamente, pero hay que poner punto final al trágico desastre actual. El liderazgo tiene que entender que esta pelea, en términos boxísticos, no se ganará por puntos pues el adversario controla a los jueces que elaboran las tarjetas. Debemos buscar el nocaut lo más pronto posible porque el tiempo avanza y los jabs no bastan para el objetivo final.
En fin, la liberación nacional como objetivo unifica a toda la comunidad nacional y a la internacional no comprometida con este socialismo comunistoide que tanto daño ha hecho y hace en el mundo entero. Estados Unidos es y será aliado fundamental en todas las etapas de la lucha. También Colombia y Brasil como vecinos muy importantes. Ambos están amenazados por peligros similares a los que hemos vivido. Deben enfrentar y derrotar definitivamente a las amenazas que están a la vista.
No es casual que después de la celebración del Foro de San Pablo, se haya iniciado una ofensiva feroz en contra de Jair Bolsonaro , de Duque y Uribe y, por supuesto, con relación a Estados Unidos como único responsable de todo lo malo que el régimen castrista que ha gobernado a Venezuela ha provocado. Se trata de alta política enmarcada dentro de un esquema mundial y continental para mantener Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia y contribuir con la campaña mundial de desprestigio contra Trump y Estados Unidos.
No podemos hacerle el juego a esa estrategia que encuentra algunos voceros “opositores” encandilados o dispuestos a convivir con el desastre. Allá ellos. Nosotros seguiremos hacia adelante con todo. El enemigo está enfrente. No a los lados, aunque en ocasiones provoque desviar nuestra atención de lo fundamental. No vale la pena. El país está claro.