«Montar un negocio en Miami no es fácil. Se requiere de mucho sacrificio, fuerza y paciencia porque el camino es largo», dice Madeleydis Mejía mientras mece el coche de su bebé recién nacido. Esta cubana llegó a Miami hace siete años para cumplir el sueño de su vida: convertirse en empresaria.
«Detrás de cada uno de estos muros hay muchas horas de insomnio, de lágrimas, de privaciones, pero también de satisfacción y realización», dice Mejía, de 32 años, mientras recorre con la vista su restaurante recién inaugurado.
La Gozadera Pizzería Restaurant, ubicado a un costado de Coral Way, una importante avenida de la zona residencial de Miami, se especializa en comidas italianas, pero también cuenta con un menú criollo que incluye platos clásicos como arroz congrí y cerdo asado, al más puro estilo cubano.
«Nada es imposible para quien se esfuerza y tiene fe», explica Mejía, también propietaria de Trendy Extension Salon, una peluquería que se ubica a escasos metros de su restaurante.
Ambos negocios son gestionados por la familia de Mejía. Su esposo, Juan Carlos Blanco, también cubano, es el chef del restaurant y su hermano menor se ocupa de la logística. También colaboran su madre y varios amigos.
«Llegué a este país sin nada. Desde el principio ha sido difícil porque ningún banco te presta dinero si recién llegas, así que tienes que empezar con tus propios ahorros», explica Juan Carlos
«Llegué a este país sin nada. Desde el principio ha sido difícil porque ningún banco te presta dinero si recién llegas, así que tienes que empezar con tus propios ahorros», explica.
Con diversas tonalidades de gris, y un diseño exclusivamente creado por Mejía y su familia, La Gozadera es un restaurante con un sello cubano que se aprecia desde los girasoles que sirven como decoración hasta en la música latina que invade cada espacio del local. Un amplio mural recrea el capitolio habanero y varios motivos decorativos recuerdan a Cuba.
«Le puse La Gozadera por el éxito del grupo Gente de Zona, de quién soy fan y amiga», explica Mejía. «La construcción del local fue una tarea familiar. Entre todos fuimos derribando los muros de una antigua farmacia que se encontraba en ruinas para construir el restaurante», añade.
«Ahora lo más difícil es mantenerlo», dice Mejía. «Tener un restaurante en Miami no es como montar una heladería en Cuba. Aquí hay mucha competencia y a los negocios pequeños nos toca trabajar muy duro para sobrevivir», agrega.
Eduardo Álvarez Rivet, otro cubano residente en Miami desde hace siete años, ha logrado abrir un salón de belleza. Álvarez, nacido en Guanajay, emprendió su camino como estilista en Pinar del Río
Eduardo Álvarez Rivet, otro cubano residente en Miami desde hace siete años, ha logrado abrir un salón de belleza. Álvarez, nacido en Guanajay, emprendió su camino como estilista en Pinar del Río. Allí, dice, nació su pasión por la peluquería y el deseo de sacar a su familia adelante.
«Monté el Rivet Salón para que el apellido de mi madre prevalezca», dice Álvarez, de 44 años.
Rivet Salón se especializa en ofrecer varios servicios estéticos como cortes de pelo, tintes y planchados, entre otros, y según su dueño la decoración del local, lleno de elegantes cristales fue idea completamente suya. El salón está en West Kendall, una cómoda zona residencial ubicada al suroeste de Miami.
Antes de abrir su propio negocio, Álvarez trabajó durante 10 años como peluquero para un empleador, primero en Perú y luego en Miami. «Abrir un negocio requiere de mucho más esfuerzo y mucho tiempo», dice el ahora empresario.Álvarez no ha recibido ningún tipo de clases sobre cómo manejar un negocio pero menciona que todo lo que aprendió se lo debe a la práctica. «En Cuba aprendí lo que era trabajar desde pequeño y en Perú aprendí cómo tratar al cliente, cómo ser un administrador y un estratega», explica.
Iniciar un negocio en Cuba es muy difícil ante la falta de suministros y la burocracia gubernamental, excesiva si se compara con los escasos documentos legales para abrir un negocio en Miami
Este emprendedor salió de Cuba hacia Perú en 2007 para poder mejorar económicamente y profesionalmente. Después decidió migrar a Estados Unidos porque veía más oportunidad para abrir su negocio.
«Tengo clientes que emigraron de Cuba y ahora me los encuentro en el salón», dice con orgullo. Álvarez compara su país de origen con Estados Unidos y dice que en el sur de Florida tiene más posibilidades de desarrollar su negocio.
«Tener un negocio en Cuba es muy diferente a tener un negocio en Miami», dice Álvarez mientras explica las dificultades que tenía en la Isla para obtener productos. Iniciar un negocio en Cuba es muy difícil ante la falta de suministros y la burocracia gubernamental, excesiva si se compara con los escasos documentos legales para abrir un negocio en Miami.
«Lo más importante es que tengo la posibilidad de realizarme en mi profesión y eso es lo que me da más deseo de hacerlo», dice refiriéndose a muchos inmigrantes que no pueden trabajar en el área donde se especializaron.
Las principales dificultades para este peluquero han sido poder adaptarse a la cultura y al idioma del país. Alvarez extraña mucho Cuba, pero cuenta que aquí es donde él tiene más posibilidades de superarse.
Las principales dificultades para este peluquero han sido poder adaptarse a la cultura y al idioma del país. Alvarez extraña mucho Cuba, pero cuenta que aquí es donde él tiene más posibilidades de superarse
«No pierdan tiempo porque este país es muy grande. Siga para adelante, que con mucho esfuerzo se puede alcanzar las metas», aconseja Álvarez a quien quiera abrir un negocio en EE UU.
Prospera es una organización estatal sin fines de lucro especializada en la prestación de asistencia bilingüe a empresarios hispanos que tratan de establecer o expandir su negocio, y ha apoyado a varios cubanos recién llegados a Miami para crear negocios.
«Lo más que admiro de los cubanos recién llegados es que tienen una gran capacidad de recuperación, no se retrasan por el trabajo, tienen ganas de aprender», cuenta Myrna Sonora, vicepresidente de Prospera, quien también es cubanoamericana.
Sonora dice que Prospera ha atendido a muchos cubanos recién llegados con ánimos de salir adelante como mecánicos, estilistas o profesores, entre otras profesiones. «En los últimos cinco años, el 13% de los usuarios de Prospera del sur de la Florida fueron cubanos recién llegados y en el último año fiscal 2017-2018, subió al 14%».
«Hubo un tiempo en el que estábamos viendo muy pocos profesionales, pero ahora ha vuelto a subir. Estamos viendo muchos doctores y de diferentes profesiones. También cubanos que ingresan a Estados Unidos desde terceros países «, explica Sonora, que ya lleva siete años trabajando en Prospera.
La vicepresidenta de la organización cuenta que está «orgullosa del hecho de que a pesar de cualquier dificultad que ellos han tenido que soportar, ese espíritu de ser exitosos, de trabajar duro para prosperar y para acceder al sueño americano» sigue presente entre sus compatriotas.
Fuente: 14ymedio